23 marzo 2012

A veces no me son tan extrañas esas conversaciones

Leyendo hoy al corresponsal de BBC mundo en Cuba sentí deseos de responder en su blog pero finalmente decidí hacerlo en el mio. Las convicciones políticas no se alcanzan con el otorgamiento de cierta militancia. Un corrupto es un corrupto en cualquier parte. Ahora el personaje a quien hace referencia tratará de unirse a los que más se avienen con su verdadero pensamiento oportunista y aberrado. Vean ustedes el artículo y como dice el periodista Taladrid de la TV Cubana: " Saquen ustedes sus propias conclusiones". Luego podemos seguir el tema.



Una extraña conversación 
Fernando Ravsberg

Hace una semana me llamó un buen amigo para pedirme ayuda con el fin de denunciar el caso de una funcionaria "acusada injustamente por la fiscalía, torturada salvajemente en la Seguridad del Estado y condenada a 10 años de prisión por los tribunales".

La historia me pareció interesante y unas horas después estaba sentado frente a una mujer de 40 años, atractiva y enérgica, que atropelladamente me contaba los pormenores de su caso, ligado al grupo de funcionarios corruptos de la aviación civil.

Traté de que organizara los hechos cronológicamente para así poder entender mejor su relato. En pocas palabras, se podría resumir en que fue condenada por recibir US$10 mil de un empresario extranjero poco después de cerrar un negocio con él.

Tras ser acusada directamente por la misma persona que le trajo el dinero, la Sra. en cuestión confesó a la policía que había recibido esa cantidad pero asegurando que se trataba de un simple regalo, sin que mediara ningún intercambio de favores.

Además me cuenta que firmó la confesión tras ser torturada en Villa Marista, sede de la Seguridad del Estado. Le pedí varias veces que me relatara cuáles fueron las torturas a las que había sido sometida pero nunca entraba en detalles.


Finalmente me explica que el día que firmó la confesión la tuvieron varias horas en la sala de espera, sentada en un banco de madera y después la amenazaron con hacer un allanamiento en su casa, delante de sus hijos y sus vecinos.

Le dije que eso puede considerarse malos tratos pero de ahí a tortura hay un abismo. Ella insistió: "es tortura psicológica, lo leí en internet", me dijo tras asegurarme que "a las 11 de la noche ya yo firmaba lo que me pidieran para poder irme a casa".

Traté de hacerla entender que sería muy difícil acusar a las autoridades de tortura por haberla mantenido sentada en una sala de espera varias horas y que, en estos tiempos, es más complejo aun defender a un funcionario acusado confeso de corrupción.

Molesta por mi respuesta me dice que no entiende por qué no le hago caso si "al fin y al cabo la prensa extranjera está aquí para atacar al gobierno. Yo lo sé muy bien, fui miembro del partido hasta que tuve este problema", me explica.

Me imagino los criterios que se deben verter sobre nuestro trabajo en los círculos de estudio de los núcleos del Partido pero le aseguré que somos muchos los periodistas serios, dedicados a informar de la forma más objetiva posible sobre su país.

Por su mirada veo que no la convenzo, evidentemente los cursos ideológicos calan hondo. Pienso en que hubieran logrado mejores resultados si en vez de dedicarse a criticarnos a nosotros los núcleos debatieran cómo combatir la corrupción.

Pero la Sra. no se da por vencida ni me da mucho tiempo para meditar y, con una mirada de astucia, me dice que piensa sumarse a los grupos disidentes y de derechos humanos para despertar así el interés internacional sobre su caso.

En ese terreno yo no la puedo aconsejar pero pienso en la paradoja de que esta funcionaria, dirigente de la aviación civil, militante del Partido Comunista y condenada por corrupción, termine apareciendo en las listas de presos de conciencia.

Amargamente se queja de que otros implicados tuvieron condenas menores porque colaboraron con las autoridades o están libres porque son personas muy importantes. "A uno de ellos le cogieron más de US$2 millones en su casa", me cuenta.

Le explico que ahí sí tenemos una buena historia, tomo la grabadora y le pido los nombres de los personajes a los que se refiere pero se limita a preguntarme "¿y qué gano yo con eso?". Le respondo que quien gana es su país.

"Entonces no me interesa", me dice y terminamos la conversación.

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